Las rosquillas de anís son un dulce tradicional que evoca recuerdos de tardes en la cocina de la abuela, preservando un método artesanal que ha pasado de generación en generación, manteniendo el sabor auténtico y la textura perfecta que caracteriza a este postre clásico.
Contenido
¿Cómo hacer rosquillas de anís?
Se elabora una masa suave con harina, huevos, azúcar y anís, que luego se moldea en forma de rosquillas para luego freírlas en aceite caliente hasta que estén doradas y finalmente espolvorearlas con azúcar para realzar su dulzura.
Información nutricional
Cada ración de rosquillas de anís contiene aproximadamente 320 kcal, 45 g de carbohidratos, 12 g de grasas, 6 g de proteínas, 2 g de fibra, 18 g de azúcares, 40 mg de colesterol y 90 mg de sodio.
Receta de rosquillas de anís de la abuela
Preparación: 20 minutos
Cocción: 15 minutos
Raciones: 10 personas
Ingredientes
- 300 g de harina de trigo
- 100 g de azúcar
- 50 ml de extracto de anís
- 50 ml de leche entera
- 10 g de levadura en polvo
- 3 huevos grandes
- Aceite vegetal para freír
- Azúcar extra
Preparación
- En un bol grande, tamizar la harina y mezclarla con el azúcar y la levadura en polvo. Asegurarse de que no queden grumos. Hacer un hueco en el centro de la mezcla y agregar los huevos, el anís líquido y la leche. Mezclar bien con una espátula o las manos hasta obtener una masa homogénea y ligeramente pegajosa.
- Trabajar la masa sobre una superficie enharinada durante unos minutos hasta que esté suave y manejable. Si está demasiado pegajosa, añadir un poco más de harina. Dividir la masa en porciones pequeñas (del tamaño de una nuez) y darles forma de rollo fino. Unir los extremos para formar un anillo o rosquilla.
- Verter abundante aceite en una sartén profunda y calentar a fuego medio-alto. Para comprobar si el aceite está listo, introducir un pequeño trozo de masa; si burbujea inmediatamente, está a la temperatura adecuada. Freír las rosquillas en tandas pequeñas para evitar que se peguen entre sí.
- Cocinar durante 2 a 3 minutos por cada lado, o hasta que estén doradas y crujientes. Retirar y colocar sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite. Mientras las rosquillas aún están tibias, espolvorearlas generosamente con azúcar. Dejar enfriar ligeramente y servir como postre o merienda.
Historia y origen
Las rosquillas de anís tienen su origen en la repostería conventual española del siglo XVII, en donde las monjas desarrollaron estas delicias utilizando ingredientes básicos a los que incorporaban anís, que era valorado por sus propiedades digestivas.
¿Sabías qué?
En algunas regiones de España, las abuelas solían hacer una marca específica en cada rosquilla para identificar quién las había elaborado, creando así una especie de «firma» familiar que se transmitía entre generaciones.